El remake de 'RoboCop', contra todo pronóstico, se erige como un intento serio -quizá demasiado- de presentar un filme de ciencia ficción de alcance.
Si algo se le puede pedir a un remake, dejando de lado los manidos reproches sobre la falta de originalidad de una industria con crisis de ideas (que sí, que ya lo sabemos, que es verdad) es que la película sea una aproximación distinta a la original. En todos los sentidos que sean necesarios, ya sea visual o temáticamente, que estemos ante una nueva obra adaptándose a los nuevos tiempos, espectadores y sensibilidades. A la nueva ‘RoboCop‘ se le pueden hacer mil reproches, y algunos les digo desde ya que van a ser incuestionablemente ciertos. Uno se pregunta si era necesario que la película careciera del humor negro de la original, de su carnicería, o de verdadero dinamismo y diversión. Y es que la investigación que emprende su director Jose Padilha de la película de Verhoeven y los temas que éste se dejó en el tintero a veces nos hace añorar esa jovialidad, esa verdadera vida. Pero también que la película es un serio intento de hacer eso, una película digna de que la llamemos así, no remake, y que pese a ciertos fallos de tiro nos deja multitud de apuntes interesantes y un buen sabor de boca general.
Al brasileño José Padilha nadie le puede acusar de no saber rodar acción, ni tampoco de vehicular un importante componente sociopolítico entre sus dinámicas imágenes. Lo hizo en dos películas tan relevantes como ‘Tropa de Élite’ I y II, y desde luego esa es su agenda en este costoso remake de MGM. Pero ‘RoboCop‘ sorprende, precisamente, porque al igual que la película del holandés desliza un futuro distópico pero cercanísimo con un hondo contenido político y social. La diferencia está en la manera de hacerlo, que en la presente es seria, angustiada y trascendente, pese a las suficientes dosis de acción y humor ocasional. La insistencia en la subtrama familiar y estos elementos digamos, trascendentales, frenan en algunas ocasiones el poder de una película que a diferencia de la eficaz y concisa entrega original, es tambien un relato de orígenes como tantas veces hemos visto en el cine de superhéroes reciente.
Todo ello son elementos presentes en la película original, pero Padilha pone el énfasis precisamente donde aquella no lo hacía, sin faltar al respeto pero sin añoranza. Con un estilo visual espectacular pero distinto, la cinta reduce sustancialmente la violencia gore de Verhoeven pero, a cambio de eliminar lo grotesco y ese aire de serie B pulp e imprevisible, ganamos imágenes de diferente textura pero dignas de recordar, y que me atrevo a decir que serán igual de traumáticas para los adolescentes que las que nos tragamos quienes en su momento nos acercamos a la película original. Prefiero no comentar cuáles son -creo que les quedará bastante claro cuando la vean-, pero al final de la presente ‘RoboCop‘ todo aquel que quiera aceptar estas variaciones entenderá las connotaciones de ser privado de cuerpo y aún así seguir existiendo, seguir siendo un hombre.
Bien es cierto que a la película le falta un final adecuado y más emocionante, menos abrupto y, por qué no pedirlo, con más acción. Resultaba difícil de prever, pero incluso en esto el director brasileño nos ha sorprendido, sobre todo tras no pocos remakes que tiraban el grano y dejaban la paja, sin ir más lejos el ‘Total Recall’ de la misma Sony. No obstante, servidor se pregunta si es así de necesario cruzar los brazos para deslizar contenido de importancia, una actitud que Paul Verhoeven nunca necesitó. Extirpar completamente cierta clase de carisma que, está bastante claro, a las películas les es relativamente ajena. Hay que encajar el golpe de Padilha: el nuevo RoboCop es una película de ciencia ficción pero no una sátira, y sólo hasta cierto punto un filme de acción espectacular.
El reparto, que cumple con creces -la galería de secundarios es rica y tiene un importante desarrollo, especialmente Gary Oldman- sigue la corriente en todo momento, aportando cierto humor para aliviar la gravedad del asunto, pero no puede, sin embargo, evitar una frialdad que en momentos puntuales resta impacto a la película, precisamente cuando Padilha nos pide un esfuerzo más, que sintamos empatía emocional con cierta trama familiar. Se trata de una película más fría pero que también se pone más sentimental. Eso y la falta de un villano más claro y definido (olvídense de Clarence Boddiger) restan atractivo a una película interesante, digna y atrevida, que en ocasiones coquetea voluntariamente con el fracaso y desafía abiertamente a eso que se ha venido a llamar el público de multisalas. Al menos, un servidor respira aliviado: el nuevo ‘RoboCop’ es innecesario, pero es una película. Una buena. O al menos, una que lo intenta con todo lo que tiene a mano.
0 comentarios :
Publicar un comentario