Japón sueña con una sociedad menos contaminante para 2040

Ciencia

Tokio.- Japón quiere liderar la carrera para imponer el hidrógeno como fuente de energía limpia en el ámbito doméstico y en la automoción y para ello trazado una hoja de ruta que busca su uso generalizado en el país asiático para 2040.

El plan forma parte de la estrategia económica del Gobierno del actual primer ministro, Shinzo Abe, que aboga por recuperar la innovación tecnológica de las grandes corporaciones niponas como motor de crecimiento en el archipiélago.

Dos de los principales fabricantes de vehículos nacionales, Toyota y Honda, están a punto de lanzar ya sus primeras berlinas alimentadas con hidrógeno (las cuales emiten vapor de agua a la atmósfera en vez de dióxido de carbono) producidas en serie.

Y pese a que Toyota ya explicó que su modelo saldría a la venta en Japón en torno a marzo de 2015 por un precio que ronda los 7 millones de yenes (unos 51.115 euros), un importe lejos de ser competitivo, el Gobierno de Abe salió al paso anunciando la semana pasada un plan de subsidios especiales.

El programa, que beneficiará también al futuro modelo de Honda, recortará el precio del coche de Toyota hasta los 5 millones de yenes (unos 36.500 euros).

Aunque quede aún lejos del bolsillo de un hogar medio, el precio será lo suficientemente asequible como para permitir renovar sus flotas a las grandes compañías de taxis japonesas o a los propias ministerios.

Esta fórmula ya se utilizó para sacar a flote en Japón al Prius de Toyota, el primer híbrido que se empezó a fabricar en serie en 1997 y cuyo precio inicial estaba en torno a los 20.000 dólares de la época.

Para atajar otro gran obstáculo que de momento impide extender el uso del vehículo de hidrógeno -la inexistencia de una red de estaciones de recarga- el gobernante Partido Liberal Demócrata de Abe medita también ayudas de hasta 200 millones de yenes (1,46 millones euros) por cada hidrogenera nueva.

Eso implica prácticamente subsidiar el 50% de lo que cuesta construir en la actualidad cada una de estas estaciones de servicio y, unido a las ayudas para la compra de vehículos, puede suponer el desembolso de muchos miles de millones de yenes procedentes del bolsillo de los contribuyentes japoneses en los próximos años.

"Hay que recordar que el plan surge en un momento marcado por el accidente de Fukushima", explicó esta semana en una presentación Takao Kashiwagi, profesor del Instituto Tecnológico de Tokio y presidente del recién creado Consejo Estratégico del Hidrógeno, enmarcado en el Ministerio de Economía, Comercio e Industria.

La tragedia nuclear obligó a Japón a parar sus reactores y a volver a hacer uso intensivo de los hidrocarburos, que además de resultar altamente contaminantes subrayan la enorme dependencia energética del exterior que tiene el país.

Kashiwagi aclaró además que Japón tiene la sensación "de poder liderar esta carrera" ya que en la actualidad es el país del mundo con mayor número de solicitudes de patente en tecnologías relacionadas con la pila de hidrógeno.

El plan trazado por el órgano que lidera contempla una primera fase hasta 2020 para impulsar en el mercado los nuevos vehículos y las pilas de cogeneración capaces de proporcionar calor y energía a hogares, oficinas y fábricas generando menos emisiones, con el aliciente de que el excedente se puede vender a las eléctricas.

No obstante, para hacer realidad esto último será necesario acelerar la completa liberalización -aún pendiente- del sector eléctrico nipón para lograr un modelo similar al de muchos países europeos, advierte Kashiwagi.

La segunda etapa, hasta 2030, busca "la implementación generalizada del hidrógeno y el establecimiento de un sistema de suministro fiable", lo que se traduce en producir este elemento (que solo existe en la naturaleza en forma de compuesto) a gran escala, para después transportarlo y almacenarlo.

Las fórmulas que se barajan para esto pasan, por ejemplo, por obtenerlo como subproducto a partir del tolueno, un hidrocarburo que se produce durante la manufactura de la gasolina.

Sin embargo, y como recalcó Kashiwagi, será imprescindible abaratar dramáticamente los costes para obtenerlo antes de alcanzar la última fase, la que pretender lograr para 2040 la producción de hidrógeno a gran escala mediante el uso intensivo de energías renovables y de técnicas como la captura de dióxido de carbono.

Esto permitiría crear un ciclo de producción y consumo 100 % libre de emisiones contaminantes, un horizonte aún muy lejano pero que Japón quiere empezar a vislumbrar pronto.
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